la osa gang

practicó un buen rato delante del espejo. gang intentaba que su discurso fuera coherente, que tuviera sentido, o al menos que se pudiera entender, con eso ya se conformaba. pero era inútil, sólo acertaba a balbucear algunas sílabas chiclosas, una melodía inconexa de ruidos blandos. aun así, decidió salir a la calle, dispuesta a hablar con la gente, porque estaba loca por comunicarse… tenía tantas cosas que decir! saludó al primer oso que encontró, un hormiguero, probó a decirle “buenos días”, pero sólo pudo articular vagos sonidos erráticos. el oso hormiguero se mofó de ella, con esa risa estridente que tienen los osos, que parecen transformarse en hienas castradas, un chirriante alarido horrible y atormentador. gang, a pesar de la humillación, no se rindió, y siguió andando para probar con alguien más. cuando se cruzó con un gran oso pardo se armó de valor y quiso preguntarle si no le parecía que hacía un día espléndido, que daba gusto pasear con un cielo tan azul. el pardo se echó al suelo de la risa, retozando como un oso. gang lloró, y dentro de su cabeza las palabras sonaron limpias, inmaculadas: “nunca más volveré a intentarlo, es imposible que me entiendan cuando nadie parece dispuesto a tratar de escuchar”. la terrible risa del oso pardo, que aún se retorcía en el suelo, contagió a otros osos que explotaron de risa también. gang todavía podía oirlos cuando salió corriendo, dejándolos atrás. mientras regresaba a casa, ya más calmada, iba pensando en la forma de encajar su plantigradez con el teclado del ordenador, porque estaba dispuesta a abrirse un blog. fuera como fuese.