libertad
si dependiera de nosotros, te dábamos unas collejas, te ibas calentito a casa y punto, no habría más castigo, porque está claro que lo que has hecho solo es la gamberrada de un crío, pero hasta el lunes no viene el juez, que es el que decide, así que tendrás que dormir en el calabozo. el policía que le tomó declaración parecía sincero, realmente dispuesto a aplicar su peculiar sentencia, porque el presunto delincuente no era más que un chaval asustado, ajeno a sitios así, tan lúgubres, tan rotundos, como una comisaría de barrio, pero le habían pillado con las manos en la masa, aunque fuera una masa ligera, así que tendría que pasar por todos los trámites policiales. allí estaba, expectante, paralizado, sin tener ni idea de lo que iban a hacer con él. quítate la ropa. sí, los calzoncillos también -el agente daba instrucciones mecánicamente, con ese tono neutro, distante- agáchate, haz unas cuclillas (no entendía el porqué de aquel sórdido numerito exhibicionista, luego le explicaron que nadie podía pasar al calabozo con cosas escondidas en el culo, tenían que cercionarse), bien, aquí tienes tu ropa, ya puedes vestirte (también le explicaron después porqué le quitaron el cinturón y los cordones, para evitar ahorcamientos), bien, adelante, ya puedes pasar dentro... cuando cruzó el umbral del calabozo un pegajoso olor a pies se le inyectó directamente en la pituitaria, como una auténtica bofetada fétida ¿de verdad tengo que dormir aquí?, pensó horrorizado. allí había más gente, en penumbra, tres o cuatro personas más, bultos extraños en la oscuridad. no habló con nadie, se fue directo a un rincón y se acurrucó hecho un ovillo bajo una manta raída, sucia hasta el apelmazamiento, pero, llegados a ese punto, ya le daba igual, hacía un frío del demonio y, fundamentalmente, estaba aterrado de miedo, así que necesitaba protegerse con algo, aunque fuera una triste manta asquerosa. el agudo lamento de uno de sus compañeros de habitación, un yonki que pedía su medicación, le encogió el alma. sería imposible dormir, lo tenía clarísimo. imposible fue, en realidad, olvidar aquella noche, cuando comprendió que hay cosas, cosas verdaderamente importantes, como la libertad, que no tienen precio.
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Muchas cosas... no tienen precio. De eso nos hemos olvidado en este mundo capitalista y materialista....
ResponderEliminarGenial, como siempre... :)
Tu y tu arte tampoco tienen precio.
gracias, presidenta, este cariño que siempre me transmites, tampoco :)
EliminarEchaba de menos tus relatos, hacía tiempo (para mí demasiado largo) que no nos regalabas unos. Gracias por éste: duro, bello, estremecedor.
ResponderEliminarmás textos, menos música. tomo nota! :)
EliminarCuantas veces he leído tus palabras y otras cuantas no he comentado, incluidos vídeos musicales que rebuscas para enseñar; algunos muy interesantes, al menos para mí, como ese entero de guitarrista tras su careta. fantástico, quien además sencillamente tapa su expresión de virtuosista cuando toca.
ResponderEliminarPero cuando leo, y en eso coincido con las dos personas de arriba, tus relatos más releo por si encuentro otros significados.
Siempre me han gustado y me gustan tanto que desde que regresaste a bloguer...se te lee mejor. Cuánto me alegré de ello
Dos cosas para mí únicas:
Salud y Libertad...y los findes Monte (porque no se puede entre semana, que sino)
FugaceSaludoS :)´
gracias, amigo, para un maestro de la palabra como tú es lógico que te gusten los textos, no ya los míos, sino cualquiera que estimule esa cabeza mágica tuya. intentaré que la mía esté ágil, activa, para contar historias más frecuentemente. abrazos.
EliminarPobre presidiario novato, qué agobio.
ResponderEliminarAfortunadamente, parece probable que el lunes quede libre. Eso sí: de la experiencia se va a acordar siempre.
Muy buen relato. Hace a uno meterse mucho en situación. :)
seguro que el lunes besaría el suelo de la calle, al sentirse libre! :)
EliminarEso pienso yo, que la libertad es el don más preciado del ser humano, precisamente lo que nos hace humanos, eso y la capacidad de reflexionar ante un suceso o hecho, de tomar decisiones de forma libre y el lenguaje, por supuesto.
ResponderEliminarMe ha encantado esta historia tan dura y tan real, algo que puede suceder cualquier fin de semana, ¿verdad?. Lo que no sabemos, pero intuimos, es el delito y la pena. Ahora todo es delito, desde manifestarse cerca del Congreso (ya ves tú, como si fuera suyo el congreso, que representa el poder legislativo) o fumarse un simple porro en la calle, que ya era delito, pero ahora han aumentado la multa considerablemente... en otros países estas cosas no ocurren.
Besos
la justicia es un concepto extraño, alguien estafa millones de euros con el timo de las preferentes y al que casi meten en la cárcel es al juez que investiga el caso. el mundo al revés. besos.
EliminarSiempre pensé que tenías un don para los microrrelatos.
ResponderEliminar(se me alegran los ojillos cuando veo que hay uno, anticipándome, preparándome para la sorpresa)
Un saludo en tu nueva casa :D
esté en la casa que esté, siempre será tu casa también :)
EliminarMuy grande, masterSones, y muy apropiado en un momento determinado a la actualidad. Abrazo.
ResponderEliminarmalos tiempos para la lírica, verdad? gracias amigo. abrazo.
EliminarPues sí, señor.
ResponderEliminar¡Qué bien lo has contado!
Daba la sensación de estar ahí dentro, por cómo lo has contado.
El miedo, el olor, el grito del yonqui, la presencia de los que se imaginan están allí,etc...
Libertad. Qué importante palabra. Y cuán necesaria e imprescindible se vuelve.
Raúl!!! Que me encantó tu relato!!
A seguir escribiendo!!! Pero YA. Ya de ya :-)
Beso.
importantísima, es una palabra de las gordas! gracias, amiga, y besos :)
EliminarCrudo, crudo.
ResponderEliminarMuy bien contado.
(Gracias por ese enlace de Aute, by the way)
de res, amigo, gracias a ti
EliminarGran relato, amigo. Tan crudo como real.
ResponderEliminarmuchas gracias maestro
EliminarMuchas veces nos damos cuenta y valoramos las cosas cuando ya se han alejado suficiente o no están en nuestras vidas.
ResponderEliminardesde luego que sí, no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
EliminarMuy buen relato. Además plasmas muy bien el sistema burocrático: "lo que has hecho solo es la gamberrada de un crío, pero hasta el lunes no viene el juez", es como el "Vuelva usted mañana" de Mariano José de Larra.
ResponderEliminarSaludos
sí, el surrealismo burocrático a veces alcanza cotas de excelencia! usted vuelva cuando quiera, eh? saludos :)
Eliminarquizá esa manera de aprender sea necesaria para evitar males mayores...
ResponderEliminarme recuerda un poco a las viejas sentencias de mis abuelos "una buena hostia dada a tiempo evita muchos males". Yo no creo que las cosas se arreglen a hostias. Aunque al ser humano, es lo que nos mola. Mira si no.